- Varios
Si aún no me reconoces, soy la madre de aquel joven que tu hijo asesinó... carta de madre a madre...
¡Los derechos humanos, son para los humanos derechos!
Hace poco, las madres de jóvenes encarcelados que se dedicaban a asaltar con arma de fuego, realizaron una manifestación, exigiendo los "derechos" de sus hijos.
Acá está la respuesta de una madre ciudadana, hacia la madre que protestaba.. .
De madre a madre:
"Vi tu enérgica protesta delante de las cámaras de TV, en la reciente manifestación en favor de la reagrupación de presos y su transferencia a cárceles cercanas a sus familiares, y con mejores prestaciones; vi cómo te quejabas de la distancia que te separa de tu hijo, y de lo que supone económicamente para ti ir a visitarlo hasta donde se encuentra; vi también toda la cobertura mediática que dedicaron a dicha manifestación, así como el soporte que tuviste de otras madres en la misma situación y de otras personas que querían ser solidarias contigo, y que contabas con el apoyo de algunas organizaciones y sindicatos populistas, comisiones pastorales, órganos y entidades en defensa de los derechos humanos, etc. etc.

También soy madre y puedo comprender tu protesta e indignación; pero te puedo decir que es más enorme la distancia que me separa de mi hijo; trabajando mucho y ganando poco, idénticas son las dificultades y los gastos que tengo para visitarlo, con mucho sacrificio sólo puedo visitarlo los domingos, porque trabajo incluso los sábados para el sustento y educación del resto de la familia. Felizmente, también cuento con el apoyo de amigos y familia; si aún no me reconoces, yo soy la madre de aquel joven que se dirigía al trabajo, con cuyo salario me ayudaba a criar y mandar a la escuela a sus hermanos menores, y que fue asaltado y herido mortalmente a balazos disparados por tu hijo.
En la próxima visita, cuando estés abrazando y besando a tu hijo en la cárcel, yo estaré visitando al mío y dejando flores en su tumba, en el cementerio.
¡Ah! Se me olvidaba:
ganando poco y sosteniendo la economía de mi casa, a través de los impuestos que pago, tu hijo seguirá durmiendo en un colchón y comiendo todos los días, o dicho de otro modo: seguiré sosteniendo a tu hijo malhechor.
Ni a mi casa, ni en el cementerio, vino nunca ningún representante de esas entidades, que tan solidarias son contigo, para darme apoyo ni dedicarme unas palabras de aliento.
¡Ni siquiera para decirme cuáles son mis derechos!
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Quizás entre todos podamos revertir estos valores que existen en
nuestro país donde los delincuentes tienen más derechos que los
ciudadanos honrados y trabajadores que sólo queremos vivir en paz.
